Los Ejercicios Espirituales en la vida y obra del P. Morales, S.J.
En 1922 el Papa Pío XI nombraba a san Ignacio de Loyola patrono oficial de los Ejercicios espirituales. Hizo así porque el santo había sido el primero «en enseñar un cierto sistema y método especial para hacer los retiros espirituales». Los Ejercicios espirituales son además un principio dinámico de renovación interna de la persona, que se traduce en transformación externa de la sociedad y de la Iglesia, y para la Compañía de Jesús son la base de la propia espiritualidad como instrumento de discernimiento.
El P. Morales estudió, buscó y experimentó esta práctica anual de los Ejercicios espirituales en modo constante, tanto como fuente perenne de aquellos dones interiores de los cuales debe brotar la eficacia para el fin que se propone el jesuita, como expresión viviente del espíritu ignaciano. Vivió fielmente esta experiencia singular, continuación fiel y constante de esa contribución de san Ignacio de Loyola a la vida de la Iglesia. “Son días de luces especialísimas del Señor para los que el día de mañana han de ser sacerdotes y apóstoles en el mundo. Pídele que no las desperdicie ¡que, siguiendo sus inspiraciones, me entregue a El de verdad y sin reservas!” escribía a su madre en 1938.
El 21 de febrero de 2008, el santo Padre Benedicto XVI, dirigiéndose a los delegados dela Congregación General XXXV de la Compañía de Jesús, recordó que «los Ejercicios son la fuente de vuestra espiritualidad [...]: corresponde a vosotros continuar a hacer de ellos un instrumento precioso y eficaz para el crecimiento espiritual de las almas, para su iniciación en la oración, en la meditación, en este mundo secularizado en el que Dios parece estar ausente [...]. En un tiempo como el presente, [...], los Ejercicios espirituales representan una vía y un método particularmente precioso para acercar y encontrar a Dios, en nosotros, a nuestro alrededor y en todas las cosas, para conocer su voluntad y ponerla en práctica».
Esta experiencia fue para el P. Morales, como para Ignacio, la fuente primordial de inspiración y de formación; la mística de la contemplación del Verbo encarnado de los Ejercicios, el marco vital de toda su historia espiritual y apostólica. Sin modificar sustancialmente el método ignaciano, sabía adaptarse al carácter y a las condiciones del ejercitante: sabía aplicar la indiferencia al caso concreto, presentaba historias y modelos de santidad y perfección con quienes entrar en consonancia. Como hijo fiel de san Ignacio procuró en su vida poner a la criatura con su Creador.
En su entorno y en la tarea apostólica que a él competía es justo hablar de un movimiento de Ejercicios espirituales.Todo ese movimiento nos lo dejó el mismo P. Morales señalado en su agenda.Desde su ordenación sacerdotal hasta la Tercera probación en 1946 había predicado ochenta y dos tandas de Ejercicios espirituales. De 1946 a 1950 predicó cerca de cincuenta tandas de Ejercicios, adquiriendo una experiencia decisiva, pues casi todas las dirigió él personalmente; así hasta 1955 había dirigido en total ochenta tandas; de 1956 a 1960, ocho. En 1960, dirigió dos; ocho, en 1961; nueve, en 1962; diez, en 1963; diecisiete, en 1964; en 1965, dieciseis; en 1966,diecisiete; quince en 1967; catorce en 1968; de 1969 a 1974: trece tandas cada año. De 1969 a 1978 predicó un total de 284 tandas de Ejercicios:diez cada año de 1975 a 1978. Da 1979 a 1980: veinte; diez en 1981.
Un movimiento de Ejercicios espirituales, una pedagogía, la mejor, según el P. Morales, para educar las almas, convencido con Pío XI de que se trata de una «insigne palestra del espíritu en que el entendimiento se acostumbra a pensar con madurez y a ponderar justamente las cosas. La voluntad se fortalece en extremo, y las pasiones se sujetan al dominio de la razón. La actividad toda del hombre, unida a la reflexión, se ajusta a una norma y regla fija». Con este medio, propugnaba la reforma interior del hombre y de la mujer, al igual que habían hecho los grandes educadores y los geniales y eficaces reformadores.
Mª Victoria Hernández
Postuladora de la Causa de Beatificación y Canonización del siervo de Dios Tomás Morales, S.J.
El P. Morales estudió, buscó y experimentó esta práctica anual de los Ejercicios espirituales en modo constante, tanto como fuente perenne de aquellos dones interiores de los cuales debe brotar la eficacia para el fin que se propone el jesuita, como expresión viviente del espíritu ignaciano. Vivió fielmente esta experiencia singular, continuación fiel y constante de esa contribución de san Ignacio de Loyola a la vida de la Iglesia. “Son días de luces especialísimas del Señor para los que el día de mañana han de ser sacerdotes y apóstoles en el mundo. Pídele que no las desperdicie ¡que, siguiendo sus inspiraciones, me entregue a El de verdad y sin reservas!” escribía a su madre en 1938.
El 21 de febrero de 2008, el santo Padre Benedicto XVI, dirigiéndose a los delegados dela Congregación General XXXV de la Compañía de Jesús, recordó que «los Ejercicios son la fuente de vuestra espiritualidad [...]: corresponde a vosotros continuar a hacer de ellos un instrumento precioso y eficaz para el crecimiento espiritual de las almas, para su iniciación en la oración, en la meditación, en este mundo secularizado en el que Dios parece estar ausente [...]. En un tiempo como el presente, [...], los Ejercicios espirituales representan una vía y un método particularmente precioso para acercar y encontrar a Dios, en nosotros, a nuestro alrededor y en todas las cosas, para conocer su voluntad y ponerla en práctica».
Esta experiencia fue para el P. Morales, como para Ignacio, la fuente primordial de inspiración y de formación; la mística de la contemplación del Verbo encarnado de los Ejercicios, el marco vital de toda su historia espiritual y apostólica. Sin modificar sustancialmente el método ignaciano, sabía adaptarse al carácter y a las condiciones del ejercitante: sabía aplicar la indiferencia al caso concreto, presentaba historias y modelos de santidad y perfección con quienes entrar en consonancia. Como hijo fiel de san Ignacio procuró en su vida poner a la criatura con su Creador.
En su entorno y en la tarea apostólica que a él competía es justo hablar de un movimiento de Ejercicios espirituales.Todo ese movimiento nos lo dejó el mismo P. Morales señalado en su agenda.Desde su ordenación sacerdotal hasta la Tercera probación en 1946 había predicado ochenta y dos tandas de Ejercicios espirituales. De 1946 a 1950 predicó cerca de cincuenta tandas de Ejercicios, adquiriendo una experiencia decisiva, pues casi todas las dirigió él personalmente; así hasta 1955 había dirigido en total ochenta tandas; de 1956 a 1960, ocho. En 1960, dirigió dos; ocho, en 1961; nueve, en 1962; diez, en 1963; diecisiete, en 1964; en 1965, dieciseis; en 1966,diecisiete; quince en 1967; catorce en 1968; de 1969 a 1974: trece tandas cada año. De 1969 a 1978 predicó un total de 284 tandas de Ejercicios:diez cada año de 1975 a 1978. Da 1979 a 1980: veinte; diez en 1981.
Un movimiento de Ejercicios espirituales, una pedagogía, la mejor, según el P. Morales, para educar las almas, convencido con Pío XI de que se trata de una «insigne palestra del espíritu en que el entendimiento se acostumbra a pensar con madurez y a ponderar justamente las cosas. La voluntad se fortalece en extremo, y las pasiones se sujetan al dominio de la razón. La actividad toda del hombre, unida a la reflexión, se ajusta a una norma y regla fija». Con este medio, propugnaba la reforma interior del hombre y de la mujer, al igual que habían hecho los grandes educadores y los geniales y eficaces reformadores.
Mª Victoria Hernández
Postuladora de la Causa de Beatificación y Canonización del siervo de Dios Tomás Morales, S.J.