El P Morales y el Mensaje de Fátima
1961. Covadonga. Días próximos a la Asunción de Nuestra Señora. Oración a la Virgen, rosario, Santa Misa. Con emoción el Siervo de Dios P. Tomás Morales recuerda en una carta aquellos momentos de fe intensa y de amor entrañable a la Virgen, entre las montañas de Covadonga. Allí, en oración «sentí como que me decía Jesús: “Pero, ¿por qué me pides a Mí? ¿No sabes que se lo he dado todo a Ella para que lo reparta? Miré a la Virgen y me llené de confianza. Y le dije a Jesús: “Mira, se lo vas a pedir Tú y así nos lo concederá. A Ti no te lo puede negar. Tú y yo, ahora, somos Uno”» (Epistolario, n. 64, 19.8.1961).
Esa era la fe del Siervo de Dios en la Virgen María, Madre de Dios. En Ella puso su confianza y su esperanza. El mensaje de Nuestra Señora en Fátima fue carisma y profecía en la espiritualidad del P. Morales.
La mística mariana es característica esencial de las Fundaciones del Siervo de Dios: el amor a la Virgen centra y anima la vida de sus miembros. El P. Morales decía que no es posible ser auténtico militante de Santa María si no se está plenamente enamorado de la Virgen, convencido de las palabras de la Virgen María a Lucía de Fátima: “mi Corazón Inmaculado será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios”. El mensaje de Nuestra Señora en Fátima ha sido carisma y profecía en la espiritualidad del P. Morales.
En su santuario, el 1 de mayo de 1955, el P. Morales anunció a los primeros cruzados de Santa María que habían sido reconocidos por la Iglesia como realidad de vida consagrada. A los pies de la Virgen, en la Capelinha, aquellos jóvenes recogieron el mensaje para llevarlo a sus ambientes de estudio y trabajo.
Algunos años antes la Virgen de Fátima ya había entrado en la vida del P. Morales. En la Facultad de Teología de Granada de la Compañía de Jesús era costumbre que la ordenación sacerdotal se hiciera en la vigilia de la Virgen del Carmen. En 1942 -cuando le correspondía ordenarse al P. Morales-, el 13 de mayo se conmemoraba el XXV aniversario de la ordenación episcopal del Papa Pío XII y el Prepósito General de la Compañía de Jesús, a petición de los estudiantes del Colegio Romano, pidió la gracia de poder anticipar a ese día la ordenación de los estudiantes, que deberían haberla recibido al fin del año académico, para que también ellos pudieran celebrar la Santa Misa en el jubileo episcopal del Papa. Desde entonces, la Virgen de Fátima quedó siempre vinculada al sacerdocio del Siervo de Dios, que eligió como lema sacerdotal Ad Iesum sacerdotem per Mariam. He aquí por qué solía predicar los Ejercicios espirituales ignacianos –apostolado específico de sus Fundaciones- teniendo en la capilla una de las estatuas peregrinas de la Virgen de Fátima.
Del mensaje de Fátima, propuesto por el P. Morales como mensaje de esperanza y de amorosa advertencia, indudablemente evangélico, él recordaba y transmitía en particular la llamada al perdón, a la oración y al sacrificio, como pidió varias veces la Virgen a los tres pastorcitos: “Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno porque no hay quién se sacrifique por ellos” (4.8.1917), “¿Queréis ofreceros a Dios, estáis dispuestos a soportar todos los sufrimientos que Él quiera mandaros, en reparación de las ofensas que se cometen contra el Inmaculado Corazón de María?” (13.5.1917), y “Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores, en reparación de los pecados contra el Inmaculado Corazón de María”.
Además de este aspecto de ofrecimiento permanente por los pecadores, con la súplica de María siempre en el Corazón, en las Obras del P. Morales se subraya, se vive y se propone la llamada a la conversión, es decir, a la reforma de la propia mentalidad según el Evangelio, a cambiar el propio modo de pensar y los propios gustos, según la voluntad de Dios (cfr. P. Tomás Morales Pérez, Semblanzas de Testigos de Cristo para los nuevos tiempos, vol V, Ed. Encuentro 1994-2011, pp. 55-66).
En la formación de las Obras del P. Morales se transmite íntegro el mensaje de Fátima, proponiendo como modelo para imitar la fidelidad de los pastorcitos, que con responsabilidad y madurez de fe, responden pronta y diligentemente a las peticiones de la Virgen: “Si hacéis lo que os diga, se salvarán muchas almas y habrá paz”. Una exhortación a la responsabilidad y al apostolado, sobre todo en favor de los que están lejos de Dios y de su amor; una llamada a la santidad sobre las huellas de Jacinta y Francisco, quienes comprendieron a la luz de la fe que eran miembros del Cuerpo Místico que es la Iglesia y que debían contribuir, según sus propias fuerzas, a la salvación de las almas.
En el sexagésimo aniversario de las apariciones de Fátima escribía: «Momento crucial en la historia de la Iglesia y también en la de España…. El programa de nuestro próximo mayo lo traza Ella misma en esa fecha. Lucía nos lo transmite: “la verdadera penitencia, que Él ahora quiere y exige, consiste, sobre todo, en el sacrificio que cada uno tiene que imponerse para cumplir sus propios deberes”. Es una invitación apremiante y amorosa a vivir mayo hacia dentro, en la intimidad de nuestras almas. Quiere que vivamos resucitando con Cristo día a día, que busquemos las cosas de lo Alto, donde Él está sentado a la derecha del Padre (Col 3,1)…. Sorprende la fidelidad exquisita de los pastorcitos. No escamotean sacrificios amorosamente ofrecidos. Al hacerlos, repiten la oración que la Virgen les enseñó: “Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y para reparar los pecados que se cometen contra el Inmaculado Corazón de María”» (Epistolario, n. 201, 22.4.1977).
Además de las peregrinaciones anuales al santuario de Fátima, en cada Hogar de la Cruzada-Milicia de Santa María se celebra la Misa de Santa María en sábado en reparación de los pecados contra el Inmaculado Corazón de María e, igualmente, el rezo cotidiano del Rosario, petición del mensaje de Fátima: “Recitad el Rosario todos los días, para obtener la paz para el mundo y el fin de la guerra” (13
1961. Covadonga. Días próximos a la Asunción de Nuestra Señora. Oración a la Virgen, rosario, Santa Misa. Con emoción el Siervo de Dios P. Tomás Morales recuerda en una carta aquellos momentos de fe intensa y de amor entrañable a la Virgen, entre las montañas de Covadonga. Allí, en oración «sentí como que me decía Jesús: “Pero, ¿por qué me pides a Mí? ¿No sabes que se lo he dado todo a Ella para que lo reparta? Miré a la Virgen y me llené de confianza. Y le dije a Jesús: “Mira, se lo vas a pedir Tú y así nos lo concederá. A Ti no te lo puede negar. Tú y yo, ahora, somos Uno”» (Epistolario, n. 64, 19.8.1961).
Esa era la fe del Siervo de Dios en la Virgen María, Madre de Dios. En Ella puso su confianza y su esperanza. El mensaje de Nuestra Señora en Fátima fue carisma y profecía en la espiritualidad del P. Morales.
La mística mariana es característica esencial de las Fundaciones del Siervo de Dios: el amor a la Virgen centra y anima la vida de sus miembros. El P. Morales decía que no es posible ser auténtico militante de Santa María si no se está plenamente enamorado de la Virgen, convencido de las palabras de la Virgen María a Lucía de Fátima: “mi Corazón Inmaculado será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios”. El mensaje de Nuestra Señora en Fátima ha sido carisma y profecía en la espiritualidad del P. Morales.
En su santuario, el 1 de mayo de 1955, el P. Morales anunció a los primeros cruzados de Santa María que habían sido reconocidos por la Iglesia como realidad de vida consagrada. A los pies de la Virgen, en la Capelinha, aquellos jóvenes recogieron el mensaje para llevarlo a sus ambientes de estudio y trabajo.
Algunos años antes la Virgen de Fátima ya había entrado en la vida del P. Morales. En la Facultad de Teología de Granada de la Compañía de Jesús era costumbre que la ordenación sacerdotal se hiciera en la vigilia de la Virgen del Carmen. En 1942 -cuando le correspondía ordenarse al P. Morales-, el 13 de mayo se conmemoraba el XXV aniversario de la ordenación episcopal del Papa Pío XII y el Prepósito General de la Compañía de Jesús, a petición de los estudiantes del Colegio Romano, pidió la gracia de poder anticipar a ese día la ordenación de los estudiantes, que deberían haberla recibido al fin del año académico, para que también ellos pudieran celebrar la Santa Misa en el jubileo episcopal del Papa. Desde entonces, la Virgen de Fátima quedó siempre vinculada al sacerdocio del Siervo de Dios, que eligió como lema sacerdotal Ad Iesum sacerdotem per Mariam. He aquí por qué solía predicar los Ejercicios espirituales ignacianos –apostolado específico de sus Fundaciones- teniendo en la capilla una de las estatuas peregrinas de la Virgen de Fátima.
Del mensaje de Fátima, propuesto por el P. Morales como mensaje de esperanza y de amorosa advertencia, indudablemente evangélico, él recordaba y transmitía en particular la llamada al perdón, a la oración y al sacrificio, como pidió varias veces la Virgen a los tres pastorcitos: “Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno porque no hay quién se sacrifique por ellos” (4.8.1917), “¿Queréis ofreceros a Dios, estáis dispuestos a soportar todos los sufrimientos que Él quiera mandaros, en reparación de las ofensas que se cometen contra el Inmaculado Corazón de María?” (13.5.1917), y “Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores, en reparación de los pecados contra el Inmaculado Corazón de María”.
Además de este aspecto de ofrecimiento permanente por los pecadores, con la súplica de María siempre en el Corazón, en las Obras del P. Morales se subraya, se vive y se propone la llamada a la conversión, es decir, a la reforma de la propia mentalidad según el Evangelio, a cambiar el propio modo de pensar y los propios gustos, según la voluntad de Dios (cfr. P. Tomás Morales Pérez, Semblanzas de Testigos de Cristo para los nuevos tiempos, vol V, Ed. Encuentro 1994-2011, pp. 55-66).
En la formación de las Obras del P. Morales se transmite íntegro el mensaje de Fátima, proponiendo como modelo para imitar la fidelidad de los pastorcitos, que con responsabilidad y madurez de fe, responden pronta y diligentemente a las peticiones de la Virgen: “Si hacéis lo que os diga, se salvarán muchas almas y habrá paz”. Una exhortación a la responsabilidad y al apostolado, sobre todo en favor de los que están lejos de Dios y de su amor; una llamada a la santidad sobre las huellas de Jacinta y Francisco, quienes comprendieron a la luz de la fe que eran miembros del Cuerpo Místico que es la Iglesia y que debían contribuir, según sus propias fuerzas, a la salvación de las almas.
En el sexagésimo aniversario de las apariciones de Fátima escribía: «Momento crucial en la historia de la Iglesia y también en la de España…. El programa de nuestro próximo mayo lo traza Ella misma en esa fecha. Lucía nos lo transmite: “la verdadera penitencia, que Él ahora quiere y exige, consiste, sobre todo, en el sacrificio que cada uno tiene que imponerse para cumplir sus propios deberes”. Es una invitación apremiante y amorosa a vivir mayo hacia dentro, en la intimidad de nuestras almas. Quiere que vivamos resucitando con Cristo día a día, que busquemos las cosas de lo Alto, donde Él está sentado a la derecha del Padre (Col 3,1)…. Sorprende la fidelidad exquisita de los pastorcitos. No escamotean sacrificios amorosamente ofrecidos. Al hacerlos, repiten la oración que la Virgen les enseñó: “Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y para reparar los pecados que se cometen contra el Inmaculado Corazón de María”» (Epistolario, n. 201, 22.4.1977).
Además de las peregrinaciones anuales al santuario de Fátima, en cada Hogar de la Cruzada-Milicia de Santa María se celebra la Misa de Santa María en sábado en reparación de los pecados contra el Inmaculado Corazón de María e, igualmente, el rezo cotidiano del Rosario, petición del mensaje de Fátima: “Recitad el Rosario todos los días, para obtener la paz para el mundo y el fin de la guerra” (13