El 1 de enero fallecía mi hermano a causa de una infección respiratoria que agravó su enfermedad degenerativa ya avanzada que tenía. Dos meses antes nos dijeron que le querían desconectar de una máquina que le habían puesto por equivocación, lo que suponía la muerte. Fueron unos días muy duros para nosotros. Especialmente para mi cuñada. Los médicos la presionaban mucho y no daban otra solución más adecuada. Estaba sedado y no había dejado testamento vital sobre tratamientos desproporcionados ante una situación crítica irrecuperable. La mujer, al fin, se decidió y nos fuimos despidiendo todos de él en la UCI. Yo lo hice la última y aproveché para pasarle una reliquia del siervo de Dios Tomás Morales por la frente. Cuando salíamos del Hospital y su mujer estaba arreglando los papeles para el tanatorio nos alcanzó el médico especialista que le estaba tratando desde años atrás su enfermedad, dándonos esperanzas. ¡Todo cambio en un momento! No podíamos salir del asombro y, en seguida lo atribuí a un favor del sacerdote Tomás Morales. Al día siguiente, nuestra impresión no fue menor al verle abrir los ojos al pronunciar su nombre. Le habían quitado la sedación y en contra de las posibles lesiones cerebrales por falta de oxígeno temidas por el equipo médico de la UCI, despertó sonriendo y sin daño en el cerebro. Sus últimos dos meses fueron los más felices de su vida: su mujer e hija le pudieron cuidar día y noche y con grandes muestras de cariño. Mi cuñada, que no practica la fe, comentaba que había sido un regalo de Dios: ver cómo su hija se desvivía por su padre y haber podido estar cerca de él… Para mi madre el ver la felicidad de su hijo en sus últimos días acompañado del cariño de su mujer e hija, le ha ayudado a vivir la separación con gozo y paz dentro del dolor. Los médicos y enfermeras le atendieron sin escatimar tiempo ni dedicación, detalles que él supo agradecer en todo momento ganando su afecto y cariño. A José, mi hermano le preguntó su hija uno de los últimos días: ¿Del 1 al 10 cómo de feliz te sientes? El sin dudarlo contestó: ¡¡ 40.000!! También pudo recibir la comunión y la unción de enfermos. Yo, estos meses en que he visto cómo la familia se ha unido más, los atribuyo a la intercesión del siervo de Dios Tomás Morales cuya causa deseo avance rápidamente para gloria de Dios y bien de la Iglesia y de los hombres.
Pilar Bermúdez de Castro
Burgos España
Pilar Bermúdez de Castro
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