"Llenaos de anhelos por la venida de Jesús"
María Victoria Hernández / Postuladora de la causa
Revista LLARES nº 148, octubre 2023
Recordar el VI aniversario de la declaración de Venerable del P. Tomás Morales (8 noviembre 2017) es recordar lo que él fue y lo que él hizo en su tiempo, pero también considerarlo sobre todo hoy, ahora, en la sociedad eclesial y civil actuales: la actualización de su figura y su mensaje.
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No es cuestión de repasar ahora sus conocidas y heroicas virtudes teologales, cardinales y anexas a los votos, así como la humildad. Fue declarado Venerable en el mes de noviembre, la víspera de la Virgen de la Almudena, Patrona de Madrid. Un mes que habla a cada uno de santidad, de vida eterna, de adviento: de esa venida del Señor en la vida diaria y en el momento de la partida a la eternidad.
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Contigo aprendí...
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Ese adviento permanente –«prólogo del abrazo perfecto de duración eterna»– en que vivó el Venerable P. Morales fue para él «nueva y apremiante invitación a la santidad: conocer, amar, seguir a Jesucristo […]» (Itinerario litúrgico, 3). Gracias a esa respuesta de fidelidad, ahora es posible establecer con él y con quienes nos han precedido y han sido puestos como modelo de vida cristiana que imitar, una relación de arriba hacia abajo: no somos nosotros quienes levantamos la vista para mirarlos, para mirar a «esas estrellas, campanas de luz en la noche» (Itinerario litúrgico, 398), sino que son ellos quienes abajan la vista sobre cada uno, convirtiéndose en nuestros protectores. Esta es la función, la misión que ejercen y ejerce ahora el P. Morales: concedernos las gracias para caminar por la vía de la santidad según su carisma, pero también esas otras gracias que son signos de su fama de santidad: gracias –corresponde a cada uno solicitarlas y pedirlas– que conduzcan a su pronta beatificación.
El Vble. P. Morales se fijó en Federico Ozanam muchos años antes de que fuese beatificado
María Victoria Hernández / Postuladora de la causa
Revista LLARES nº 147, julio 2023
El beato Federico Ozanam, precursor de la Doctrina Social de la Iglesia, fue historiador y periodista nacido en Milán (1813) en el seno de una familia profundamente cristiana, aunque vivió desde niño en Francia. Licenciado en Derecho y en Letras (a los 27 años era catedrático en La Sorbona), se casó con Amelia Soulacroix (1841), con la que tuvo una hija. Junto con un grupo de siete amigos veinteañeros como él, en los que encontró apoyo para su fe en un París violentamente anticatólico, y con la ayuda del prof. Emmanuel Bailly y de la beata Rosalia Rendu, fue el fundador de la Sociedad de san Vicente de Paúl (1833), con Conferencias de la Caridad nacidas de jóvenes para los jóvenes.
Después de una larga enfermedad de tuberculosis, murió en Marsella (1853) y fue beatificado en París por san Juan Pablo II durante la XII Jornada Mundial de la Juventud (1997), proponiéndolo como modelo actual de jóvenes cristianos laicos.
El Vble. P. Morales se había fijado en este laico activo en la vida de la Iglesia muchos años antes de que fuese beatificado. En Hora de los laicos se refirió a Federico Ozanam varias veces, en concreto como ejemplo de la práctica del hacer-hacer: Hacer que muchos colaboren como seglares en el apostolado de la Iglesia es enormemente difícil a nuestra pobre naturaleza […]. Es difícil, pero no imposible. Federico Ozanam, por ejemplo, al iniciar en París sus Conferencias de la Caridad, siendo aún universitario, practica el hacer-hacer entre sus discípulos. Movilizó ya entonces laicos y siguió entregado a esta tarea toda su vida sirviéndose de su profesión docente. Volvió sobre la vida y la persona de Ozanam –sobre este regalo que el Señor ha hecho a la Iglesia– para ejemplificar, en el ámbito de la profesión docente, cómo para el Beato el trabajo formaba parte de su felicidad. Era algo así como una batalla que sostenía con las horas del día para lograr un poco de tiempo que dedicar a las obras, a los pobres y a los amigos.
Con Ozanam compartió el unir la acción a la palabra y afirmar con las obras la vitalidad de la fe, así como, en lo sustancial, el estilo de las Conferencias. Se podría decir que ambos vivieron lo que el mismo Ozanam había escrito: Los grandes hombres son aquellos que no poseen nunca anticipadamente el plan de su destino, sino que se dejan llevar de la mano por Dios; ambos se sintieron conducidos por el Espíritu Santo e intentaron discernir en los acontecimientos, en las aspiraciones, en las circunstancias concretas cuáles son los verdaderos signos de la presencia o de los designios de Dios.
Al igual que Ozanam, también el P. Morales se había esforzado en su época universitaria en participar, con responsabilidad y vocación, con verdadera conciencia universitaria, de esa vida bajo la guía de los Estudiantes Católicos, de manera activa en los Círculos de estudio –con sabor a las Conferencias de literatura, historia, filosofía de Ozanam y Bailly–, que armaban intelectualmente a los jóvenes hasta conseguir incluso hacer fracasar las lecciones anticristianas de la enseñanza oficial. Como Ozanam, mostró su gran sensibilidad implicando a jóvenes laicos en abrir caminos de acogida y auxilio a la sociedad necesitada, lo que se tradujo en Campañas de Navidad y de la Visitación, en la creación de un hospital, en las visitas personales a los enfermos, en las visitas al Cottolengo, en los campamentos de verano y marchas de formación y evangelización, en círculos de estudios, en academias para capacitación profesional, en vigilias de oración… y en numerosas obras que desarrollaron funciones de asistencia social: centros de educación, ambulatorios, campos deportivos... Ninguna realidad humana fue ajena al P. Morales. Obras encaminadas a hacer el bien material y espiritual, y a hacer el bien a quien lo practicaba: tuvo la capacidad de mostrarse atento a las exigencias particulares de cada uno para enseñarle así, con esos medios, que la fe y la caridad no
se piensan, sino que se hacen, se practican.
Hoy sus fundaciones y quienes nos nutrimos de su espiritualidad y de su carisma trabajamos por traducir del mismo modo la caridad material para llevar las almas a Cristo, al encuentro con Él; una pedagogía que con caridad creativa se actualiza y recrea teniendo siempre presente esa misma finalidad, vivida y expresada en cada una de las muchas actividades que vienen recogidas en esta revista.
El Vble. Tomás Morales reconoció el valor inestimable de la más grande Santa de los tiempos modernos
María Victoria Hernández / Postuladora de la causa
Revista LLARES nº 146, abril 2023
En el año jubilar de Santa Teresa del Niño Jesús
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En la candidatura se propone a santa Teresita como mujer de cultura, de educación y de paz, mujer del Amor. Mujer de cultura, porque es escuchada y leída en los cuatro rincones del mundo; sus escritos, que vieron a raíz de su muerte una gran difusión (traducidos a 80 lenguas) y han influido en literatos, intelectuales y directores de cine, dan a conocer su vida y su mensaje, el mensaje de la confianza y del amor, de la misericordia. Mujer de educación por el influjo póstumo a través de su personalidad, que ha renovado sectores importantes en ámbito cristiano y no cristiano; figura de educación intercultural e interreligiosa, vinculada a su nombramiento de Patrona de las Misiones (1927). Mujer de paz porque, incluso ya antes de ser declarada venerable, suscitó vías de reconciliación y de paz en contextos bélicos, y ahora lo son sus reliquias, peregrinas por el mundo: en el momento de su muerte ella inició la misión de pasar su cielo haciendo bien en la tierra. Santa Teresa nos revela la ciencia del Amor por la que san Juan Pablo II la declaró Doctora de la Iglesia: el mensaje del Amor y la reconciliación al servicio de la paz. También el Vble. Tomás Morales reconoció el valor inestimable de la Santa más grande de los tiempos modernos, incluyéndola en el mes de octubre del año 1957 entre los adalides de la Cruzada-Milicia de Santa María. Mujer de cultura: sus escritos son lectura frecuente en las fundaciones del P. Morales. Mujer de educación: la Santa es modelo de guía y educadora de almas. Mujer de paz y del Amor: el camino de la infancia espiritual, la caridad de Teresita, ofrecida por la salvación de las almas nutren la vida espiritual de las obras del P. Morales y son un mensaje de paz y amor en el mundo. El 3 de octubre de 1965 – pocas semanas antes de la conclusión del Concilio Vaticano II – el Vble. P. Morales dirigía a santa Teresita una carta – la única que se conserva del P. Morales a un santo – en la que pedía a la Santa una serie de gracias que podemos ahora afirmar se han ido haciendo realidad a lo largo de estos 58 años. Más que como un gran huracán, se han hecho presentes poco a poco, como una mansa, pero copiosa, lluvia de rosas. Gracias de santidad, primeramente, para él, con la declaración de venerable y el reconocimiento de las virtudes heroicas y de la fama de santidad y signos; y el ejemplo de tantos hijos e hijas espirituales – cruzadas, cruzados y militantes, laicos y sacerdotes – que siguieron el camino de infancia espiritual de humildad y sencillez, y que ahora, como estrellas en el firmamento, iluminan y guían la vida de cuantos los conocimos. Albergue-casa de Ejercicios, retiros y campamentos en la sierra de Gredos y otros esparcidos en diversas latitudes del globo. «La Cruzada-Milicia – escribió el P. Morales – es ese cachito de tierra que ella (santa Teresita) mira con especial amor». |