La vida del Siervo de Dios Padre Tomás Morales S.J. dejó como fruto varias obras que en nuestros días siguen actuando y extendiéndose en distintas partes del mundo: dos institutos de vida consagrada, Instituto secular Cruzados de Santa María e Instituto secular Cruzadas de Santa María, cada uno de ellos tiene un movimiento apostólico de jóvenes, la Milicia de Santa María, que en su rama femenina está constituida en asociación privada internacional de fieles laicos, y una asociación pública de fieles, los Hogares de Santa María. Todos ellos participan de un mismo carisma, el donado por el Espíritu Santo a su Iglesia por medio del Padre Morales, quien les transmitió una espiritualidad basada en los Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola, alimentada por la savia carmelitana, con una específica dedicación a la formación integral de los jóvenes y de las familias.
El Padre Morales siempre vivió atento a los signos de los tiempos. Respondió con prontitud y sin reservas, mediante la entrega abnegada e incansable, a los sucesivos llamamientos de los Papas de la segunda mitad del siglo XX a una nueva evangelización.
Los inicios del movimiento de laicos fundado por el Siervo de Dios se encuentran en una tanda de Ejercicios Espirituales celebrada a finales de 1946, en la que los jóvenes asistentes, tocados por el amor de Dios, sintieron en sus corazones el ardor apostólico e hicieron suya la misión de llevar a otros lo que ellos mismos habían conocido; un nuevo estilo de vida evangélico capaz de llenar el corazón del hombre en plenitud.
Entendieron, entonces, que muchos jóvenes vivían como ellos hasta ahora: sin ideales, hundidos en un materialismo asfixiante, de espaldas a Dios, infelices. Se lanzaron a la acción. Comenzaron por invitar a otros a vivir esa experiencia singular de los Ejercicios, a organizar actividades de formación para sus compañeros y a cultivar una intensa vida interior de oración y sacrificio, junto al corazón de la Virgen Madre. El movimiento de laicos había surgido sin nadie pretenderlo, crecía, se desarrollaba y el P. Morales se preguntaba qué querría Dios de todo aquello. Daba vueltas en su corazón a una triple vivencia: la incredulidad del mundo contemporáneo, la impotencia absoluta del apóstol para la magnitud de la misión y la eficacia de una minoría en la masa alejada de Dios. A estas tres vivencias añadía una cuarta y fundamental remedio: 'La Virgen, Madre insustituible para la formación de estas minorías.
(Cfr. LYDIA JIMÉNEZ, Un movimiento, unas obras, una misión, El P. Morales Fundador. Ediciones Encuentro 2000)
El Padre Morales siempre vivió atento a los signos de los tiempos. Respondió con prontitud y sin reservas, mediante la entrega abnegada e incansable, a los sucesivos llamamientos de los Papas de la segunda mitad del siglo XX a una nueva evangelización.
Los inicios del movimiento de laicos fundado por el Siervo de Dios se encuentran en una tanda de Ejercicios Espirituales celebrada a finales de 1946, en la que los jóvenes asistentes, tocados por el amor de Dios, sintieron en sus corazones el ardor apostólico e hicieron suya la misión de llevar a otros lo que ellos mismos habían conocido; un nuevo estilo de vida evangélico capaz de llenar el corazón del hombre en plenitud.
Entendieron, entonces, que muchos jóvenes vivían como ellos hasta ahora: sin ideales, hundidos en un materialismo asfixiante, de espaldas a Dios, infelices. Se lanzaron a la acción. Comenzaron por invitar a otros a vivir esa experiencia singular de los Ejercicios, a organizar actividades de formación para sus compañeros y a cultivar una intensa vida interior de oración y sacrificio, junto al corazón de la Virgen Madre. El movimiento de laicos había surgido sin nadie pretenderlo, crecía, se desarrollaba y el P. Morales se preguntaba qué querría Dios de todo aquello. Daba vueltas en su corazón a una triple vivencia: la incredulidad del mundo contemporáneo, la impotencia absoluta del apóstol para la magnitud de la misión y la eficacia de una minoría en la masa alejada de Dios. A estas tres vivencias añadía una cuarta y fundamental remedio: 'La Virgen, Madre insustituible para la formación de estas minorías.
(Cfr. LYDIA JIMÉNEZ, Un movimiento, unas obras, una misión, El P. Morales Fundador. Ediciones Encuentro 2000)