Esta historia comienza hace poco más de un año, cuando un día tomé una de las decisiones más importantes de mi vida: Ser opositora. Sabía que iba a empezar un camino que iba a ser duro y lleno de sacrificios, puesto que la vida de opositor es una carrera de fondo. Pero a mí nunca me han asustado los retos: Quería aprobar a la primera.
Sin embargo, a la hora de empezar a andar, me fui encontrando todo tipo de trabas: muchos de los preparadores me tachaban de loca ya que, decían, para estudiar unas oposiciones del Grupo A necesitaba un mínimo 2 años. Tuve que empezar a renunciar a prácticamente todas las cosas que hacía antes: planes con amigos, cenas, quedadas, fiestas… empecé a sentirme cada vez más sola, ya que no todo el mundo supo comprender estas ausencias. La soledad, empezó hacer mella en mí, puesto que me sentí incomprendida por mucha gente que me había rodeado desde mi época escolar. Mi vida se convirtió en un mundo de rutinas y planificación, una sucesión de horarios, madrugones y días y días de estudio. Mi mundo se reducía a los 10 metros cuadrados de mi habitación, y era incapaz de distinguir un martes de un sábado puesto que, para mí, todos los días eran iguales.
Pero, entre tanta oscuridad conseguí ver por fin una luz. Un día mi padre me trajo una estampa y una reliquia del Padre Morales y empecé a reflexionar. El Padre Morales se había caracterizado durante toda su vida por cultivar y aprovechar las cualidades que Dios le había dado, entre ellas una gran capacidad de trabajo y una voluntad fuerte. Me dije a mi misma que tenía que seguir su ejemplo, que solo podría conseguir mi sueño con fuerza de voluntad y con esfuerzo y sacrificio. El Padre Morales tenía que ser mi fuente de inspiración.
Desde ese día, coloqué su estampa y su reliquia en una foto que tengo encima de la mesa de estudio de mi habitación para que me sirviera como guía y me acompañara en mis evoluciones. Todas las noches, antes de acostarme, le rezaba una oración para que me diera las fuerzas necesarias para no desfallecer en este duro camino. Y es que el Padre Morales ha estado conmigo durante toda esta aventura. Ahí estuvo cuando llegó la fecha de mi primer examen, el 11 de mayo. Me guardé la estampa y la reliquia en el bolsillo de la camisa. Quería tenerle cerca de mi corazón, porque sabía que me iba a aportar la fortaleza necesaria en un momento en que las piernas me flojeaban. Las sensaciones tras este primer examen fueron muy buenas, pero cuando abrí el bolsillo de mi camisa para dar gracias vi con sorpresa que solo estaba la estampa, ¡la reliquia había desaparecido! No acertaba a comprender que había pasado puesto que la había dejado bien guardada. Tuve que pedir a mi padre que me trajera otra, puesto que mi camino continuaba y me sentía insegura sin su presencia reconfortante.
El 4 de julio llegó una de mis fechas más temidas, la del segundo examen que me iba a evaluar de las materias que más temía: contabilidad y matemáticas financieras. Ahí si que iba a necesitar toda la fuerza y suerte que el Padre Morales pudiera aportarme, por lo que repetí la operación y le volví a tener al lado de mi corazón. Causalidades de la vida ¡me volvió a pasar lo mismo! Al abrir el bolsillo solo estaba la estampa, la reliquia se había esfumado ¿Cómo era posible que esto me volviera a pasar? ¿Podría ser una señal o simplemente mala suerte? Sin embargo, pese a mis temores, ¡volví a superar el examen! Ya estaba un poquito más cerca, asique no era momento de lamentarse, si no de trabajar y estudiar con más fuerza que nunca.
Y así llegó la fecha del último examen del proceso selectivo, el 10 de octubre. Muchos pensamientos volaban a la velocidad del rayo por mi cabeza, mi corazón latía de manera descontrolada ante lo que me jugaba. Busqué de manera instintiva la estampa y la reliquia, ¡la tercera ya!, que como siempre había depositado en el interior de mi bolsillo e inmediatamente sentí la reconfortante certeza de que no estaba sola. Y así es, salí del examen con inmejorables sensaciones Y oh, si, ¿lo adivináis? ¡Volví a perder la reliquia! Yo ya estaba firmemente convencida de que eso solo podía significar que algo bueno se acercaba, sobre todo cuando comprobé que la fecha de lectura del examen era el 30 de Octubre ¡el mismo día que nació el Padre Morales! Era imposible que todo esto fuera casualidad, me había acompañado durante este camino y sabía que no me iba a abandonar precisamente el día de su cumpleaños. Y así es, hoy puedo decir con orgullo que estoy dentro del Cuerpo de Gestión de la Seguridad Social Especialidad Auditoría y Contabilidad, siendo la número 7 de mi promoción, con apenas un año de preparación.Y es que es posible que los milagros existan.
Laura de Juan Garcinuño
Sin embargo, a la hora de empezar a andar, me fui encontrando todo tipo de trabas: muchos de los preparadores me tachaban de loca ya que, decían, para estudiar unas oposiciones del Grupo A necesitaba un mínimo 2 años. Tuve que empezar a renunciar a prácticamente todas las cosas que hacía antes: planes con amigos, cenas, quedadas, fiestas… empecé a sentirme cada vez más sola, ya que no todo el mundo supo comprender estas ausencias. La soledad, empezó hacer mella en mí, puesto que me sentí incomprendida por mucha gente que me había rodeado desde mi época escolar. Mi vida se convirtió en un mundo de rutinas y planificación, una sucesión de horarios, madrugones y días y días de estudio. Mi mundo se reducía a los 10 metros cuadrados de mi habitación, y era incapaz de distinguir un martes de un sábado puesto que, para mí, todos los días eran iguales.
Pero, entre tanta oscuridad conseguí ver por fin una luz. Un día mi padre me trajo una estampa y una reliquia del Padre Morales y empecé a reflexionar. El Padre Morales se había caracterizado durante toda su vida por cultivar y aprovechar las cualidades que Dios le había dado, entre ellas una gran capacidad de trabajo y una voluntad fuerte. Me dije a mi misma que tenía que seguir su ejemplo, que solo podría conseguir mi sueño con fuerza de voluntad y con esfuerzo y sacrificio. El Padre Morales tenía que ser mi fuente de inspiración.
Desde ese día, coloqué su estampa y su reliquia en una foto que tengo encima de la mesa de estudio de mi habitación para que me sirviera como guía y me acompañara en mis evoluciones. Todas las noches, antes de acostarme, le rezaba una oración para que me diera las fuerzas necesarias para no desfallecer en este duro camino. Y es que el Padre Morales ha estado conmigo durante toda esta aventura. Ahí estuvo cuando llegó la fecha de mi primer examen, el 11 de mayo. Me guardé la estampa y la reliquia en el bolsillo de la camisa. Quería tenerle cerca de mi corazón, porque sabía que me iba a aportar la fortaleza necesaria en un momento en que las piernas me flojeaban. Las sensaciones tras este primer examen fueron muy buenas, pero cuando abrí el bolsillo de mi camisa para dar gracias vi con sorpresa que solo estaba la estampa, ¡la reliquia había desaparecido! No acertaba a comprender que había pasado puesto que la había dejado bien guardada. Tuve que pedir a mi padre que me trajera otra, puesto que mi camino continuaba y me sentía insegura sin su presencia reconfortante.
El 4 de julio llegó una de mis fechas más temidas, la del segundo examen que me iba a evaluar de las materias que más temía: contabilidad y matemáticas financieras. Ahí si que iba a necesitar toda la fuerza y suerte que el Padre Morales pudiera aportarme, por lo que repetí la operación y le volví a tener al lado de mi corazón. Causalidades de la vida ¡me volvió a pasar lo mismo! Al abrir el bolsillo solo estaba la estampa, la reliquia se había esfumado ¿Cómo era posible que esto me volviera a pasar? ¿Podría ser una señal o simplemente mala suerte? Sin embargo, pese a mis temores, ¡volví a superar el examen! Ya estaba un poquito más cerca, asique no era momento de lamentarse, si no de trabajar y estudiar con más fuerza que nunca.
Y así llegó la fecha del último examen del proceso selectivo, el 10 de octubre. Muchos pensamientos volaban a la velocidad del rayo por mi cabeza, mi corazón latía de manera descontrolada ante lo que me jugaba. Busqué de manera instintiva la estampa y la reliquia, ¡la tercera ya!, que como siempre había depositado en el interior de mi bolsillo e inmediatamente sentí la reconfortante certeza de que no estaba sola. Y así es, salí del examen con inmejorables sensaciones Y oh, si, ¿lo adivináis? ¡Volví a perder la reliquia! Yo ya estaba firmemente convencida de que eso solo podía significar que algo bueno se acercaba, sobre todo cuando comprobé que la fecha de lectura del examen era el 30 de Octubre ¡el mismo día que nació el Padre Morales! Era imposible que todo esto fuera casualidad, me había acompañado durante este camino y sabía que no me iba a abandonar precisamente el día de su cumpleaños. Y así es, hoy puedo decir con orgullo que estoy dentro del Cuerpo de Gestión de la Seguridad Social Especialidad Auditoría y Contabilidad, siendo la número 7 de mi promoción, con apenas un año de preparación.Y es que es posible que los milagros existan.
Laura de Juan Garcinuño