Tuve la suerte de conocer al Venerable padre Tomás Morales. Su trato cariñoso y cercano (siempre empezaba las frases con «Esthercita…») contrastaba mucho con su aspecto físico imponente, vestido con sotana negra hasta el suelo, ojos de mirada profunda y hablar pausado, muy erguido en la silla a pesar de su avanzada edad. Cuando estabas con él, notabas cómo se evadía de todo lo demás y se preocupaba de manera profunda por ti, por la salvación de tu alma. Podías percibir su deseo de ayudarte a ser la mejor, y no digo buena persona o mejorar un poco, sino la mejor opción de ti misma. Te quería santa, en gracia de Dios. | El P. Morales nos invitaba a estar en guardia de manera diaria contra las fuerzas del mal; ese es el sentido de la visión de lucha o estar en campaña. El mundo tienta con sus mensajes e ideas mucho más placenteras y complacientes que el mensaje de Jesús. Todos tendemos por naturaleza humana al mínimo esfuerzo. No es algo que salga innato, sino que hay que luchar y ejercitarlo para crear ese hábito, para conseguir esa meta. Con nuestras exigencias cristianas pasa igual: es más fácil dejarse llevar, ser como las vacas en el prado, que hacen lo que les apetece en cada momento, sin pensar lo que deben o no, sin esfuerzo por un ideal mayor. Reflexión |