Por Hna. Beatriz Liaño, SHM
El Papa Francisco autorizó, el pasado 8 de noviembre de 2017, la promulgación del decreto mediante el cual se reconocen las virtudes heroicas del siervo de Dios Tomás Morales, sacerdote de la Compañía de Jesús y fundador de los institutos seculares «Cruzados de Santa María» y «Cruzadas de Santa María», y de la asociación de familias «Hogares de Santa María».
El P. Tomás Morales ni fue el fundador ni perteneció al Hogar de la Madre. Sin embargo, el Hogar de la Madre tiene una gran deuda de agradecimiento con el P. Morales y con el instituto Cruzados de Santa María que él fundó, porque la Cruzada fue para el P. Rafael Alonso un «largo noviciado», que le preparó para poder realizar su propia misión en la Iglesia: la fundación de la Asociación Internacional de Fieles Hogar de la Madre, que engloba al Hogar de la Madre de la Juventud, las Siervas del Hogar de la Madre, los Siervos del Hogar de la Madre y los Laicos del Hogar de la Madre. «Largo noviciado» de diez años, a través de los cuales recibió la dirección espiritual del P. Tomás Morales, al que la Iglesia llama ya Venerable.
El P. Rafael conoció al P. Morales en un momento trascendental de su vida. Terminaba el mes de noviembre del año 1964 y Rafa Alonso acababa de llegar a Madrid, la capital de España. En aquel momento, todo el mundo le llamaba así, Rafa Alonso. Tenía solo dieciséis años y acababa de sufrir la prematura muerte de su padre, don Ramón Alonso Molina, a los 48 años. La familia había vivido hasta ese momento en Cartagena, Murcia (España) puesto que don Ramón tenía su plaza de Inspector Municipal de Veterinaria en el vecino Pozo Estrecho. Su esposa, viéndose sola con sus cinco hijos, decidió regresar al Madrid del que procedía. Todo el traslado se hizo en apenas quince días. Rafa experimentaba que había sido despojado de todo: padre, amigos, novia, planes a corto y medio plazo… Pero Rafa comprendió. Cuatro años atrás había experimentado claramente la llamada de Dios al sacerdocio, pero sus sueños de estudiar Medicina, de ser un gran cirujano y de formar una gran familia, habían sofocado esa llamada. Y ahora en Madrid, habiéndolo perdido humanamente todo, el Señor lo estaba poniendo todo en su lugar. Por eso, Rafa comenzó a pedirle a la Virgen: «Ayúdame a encontrar un ambiente en el que pueda realizar estas ansias de santidad que has puesto en mí»
Y la Virgen le dio ese ambiente. Apenas dos meses después, una mañana, encontró en el tablón de anuncios del instituto un cartel en el que se leía: «Charlas de actualidad. Temas de juventud: Hombría, personalidad, libertad, castidad». Rafa asistió a las charlas, en la casa de los jesuitas de la calle Maldonado. Al principio se sorprendió de que el que hablara fuera un joven laico. A los pocos minutos, el joven laico le había electrizado por completo. En su interior brotó una frase: «Tengo que ser como él pero sacerdote». Aquel hombre era Abelardo de Armas, primer superior general de la Cruzada de Santa María. Rafa quiso hablar con él y le confió todas sus inquietudes espirituales. Y Abelardo le presentó al P. Morales, que comenzó a ser su director espiritual.
El jesuita le aconsejó llevar siempre consigo una cruz y un rosario bendecidos (consejo que dio a todos los ejercitantes durante la 1ª tanda de ejercicios en Las Navillas (Segovia) a la que Rafa asistió). Y le propuso un pequeño pero importante gesto. Escribir su propio nombre en el palo horizontal de la cruz, y en el vertical: «Me amó y se entregó por mí». Era la forma de que Rafa no olvidara lo que su salvación le había costado a Cristo.
Pero, ¿quién era el P. Morales, y quiénes eran esos Cruzados de Santa María que habían fascinado de tal forma a Rafa Alonso?
El P. Tomás Morales nació el 30 de octubre de 1908 en Macuto (Venezuela), lugar al que se habían trasladado sus padres por motivos de trabajo. Poco después del nacimiento de Tomás —el pequeño de nueve hermanos— sus padres decidieron regresar a su nativa España, instalándose en Madrid. Tomás optó por la carrera de Derecho con la intención de dedicarse después a la política. Era un buen estudiante que se destacó en su compromiso con la defensa del pensamiento cristiano en la universidad. Era un momento de intensa agitación sociopolítica, en una España en la que estaba a punto de proclamarse la 2ª República, que se caracterizó por un fuerte sentimiento anticristiano. En julio de 1932, obtuvo el título de doctor en Derecho en la universidad Alma Mater de Bolonia. Durante los meses que pasó en Italia, comprendió que el Señor le pedía una entrega total, y solicitó el ingreso en la Compañía de Jesús, dejando atrás no solo novia y familia, sino una prometedora carrera, como se deduce fácilmente del currículo que ya se había forjado y de todas sus capacidades humanas e intelectuales.
Terminada su formación como jesuita, fue destinado a Madrid. Ya desde esos primeros momentos, vio la necesidad de dedicarse preferentemente a la juventud profesional, falta de una atención espiritual bien organizada. Con estos jóvenes trabajadores funda el Hogar del Empleado, un movimiento apostólico de gran vitalidad que floreció en múltiples obras sociales y asistenciales: atención a enfermos, residencias de empleados, cooperativas, escuelas de formación profesional, construcción de viviendas para obreros… Pero la labor social del Hogar del Empleado nunca perdía de vista dos fines, grabados a fuego por el P. Morales: la mayor gloria de Dios y la salvación del prójimo, especialmente de los jóvenes, los principales destinatarios de su misión apostólica.
La vocación particular del P. Morales era la de promover una plena y responsable inserción de los laicos en la misión evangelizadora de la Iglesia. Para eso, formaba la inteligencia y el corazón de los jóvenes en los círculos de estudio y en las convivencias en las sierras de Guadarrama y Gredos, les guiaba a través de una sabia dirección espiritual, les lanzaba en mil iniciativas apostólicas… siempre bajo la mirada de la Virgen María. Poco a poco, algunos de sus dirigidos le comunicaron su deseo de entrega total al Señor, pero sin abandonar el mundo. Fueron el germen de lo que, con el tiempo, llegarían a ser los Institutos Seculares «Cruzados de Santa María» y «Cruzadas de Santa María».
El P. Morales prosigue el trabajo con los jóvenes trabajadores, pero lo amplía al mundo de los estudiantes y entusiasma a los jóvenes Cruzados con la idea de ganar cátedras en institutos y universidades para ganar desde ellas jóvenes para Cristo. Rafa Alonso será el segundo catedrático de la Cruzada de Santa María, al ganar su cátedra en Geografía de Historia en el año 1974.
Mientras las instituciones fundadas por el P. Morales se consolidaban, en el alma de Rafa Alonso crece la inquietud por la vocación sacerdotal, recibida a los doce años. En la Cruzada de Santa María no era posible llevar a cabo esa vocación. Por eso el P. Morales, junto con Abelardo de Armas, le aconsejaron entrar en un seminario. De nuevo se hace evidente la silenciosa intervención de la providencia. Rafa Alonso deja la Cruzada por el único motivo por el que podía dejarla: para responder a la llamada del Señor que le llama al sacerdocio. Y ese salir de la institución que tanto amaba, le pone en camino para realizar la misión que le había confiado, la fundación del Hogar de la Madre.
Pero el P. Rafael lleva impreso en el alma el agradecimiento por todo lo que recibió, a lo largo de esos diez años, del P. Morales y de la Cruzada entera. Así lo expresó en la fiesta de San Ignacio de Loyola del año 2015: «Yo no hubiera podido llegar a ser sacerdote si no hubiera sido por mi director espiritual, el P. Tomás Morales, que me ayudó tanto en el camino de santidad. Por eso, quiero desde aquí manifestar mi reconocimiento a la Compañía de Jesús a través de este gran sacerdote que me formó con los criterios, pero sobre todo con los ejercicios espirituales que hice a los diecisiete años y que supuso un cambio radical». Y no olvida que, el día de su ordenación sacerdotal, el 6 de julio de 1980, el P. Morales le hizo llevar una carta a través de dos Cruzados presentes en la ceremonia. En ella le decía, como en una misteriosa profecía: «Hoy te van a ordenar, hoy comienza un camino más intenso de cruz para ti».
El P. Morales continuó trabajando infatigable, consumiéndose sin cesar hasta el final de su vida. Predicaba ejercicios espirituales, dedicaba largas horas a la dirección espiritual, atendía espiritualmente a numerosos conventos de contemplativas, visitaba las comunidades de Cruzados y de Cruzadas… Hasta su muerte, el 1 de octubre de 1994, fiesta de Santa Teresa de Lisieux. La Iglesia lo ha declarado ya Venerable. Y nosotros esperamos que el Señor nos conceda la gracia de poder ser testigos de su beatificación.
https://www.hogardelamadre.org/es/revista-hm/articulos/santos/8650-el-venerable-p-tomas-morales-y-el-hogar
El Papa Francisco autorizó, el pasado 8 de noviembre de 2017, la promulgación del decreto mediante el cual se reconocen las virtudes heroicas del siervo de Dios Tomás Morales, sacerdote de la Compañía de Jesús y fundador de los institutos seculares «Cruzados de Santa María» y «Cruzadas de Santa María», y de la asociación de familias «Hogares de Santa María».
El P. Tomás Morales ni fue el fundador ni perteneció al Hogar de la Madre. Sin embargo, el Hogar de la Madre tiene una gran deuda de agradecimiento con el P. Morales y con el instituto Cruzados de Santa María que él fundó, porque la Cruzada fue para el P. Rafael Alonso un «largo noviciado», que le preparó para poder realizar su propia misión en la Iglesia: la fundación de la Asociación Internacional de Fieles Hogar de la Madre, que engloba al Hogar de la Madre de la Juventud, las Siervas del Hogar de la Madre, los Siervos del Hogar de la Madre y los Laicos del Hogar de la Madre. «Largo noviciado» de diez años, a través de los cuales recibió la dirección espiritual del P. Tomás Morales, al que la Iglesia llama ya Venerable.
El P. Rafael conoció al P. Morales en un momento trascendental de su vida. Terminaba el mes de noviembre del año 1964 y Rafa Alonso acababa de llegar a Madrid, la capital de España. En aquel momento, todo el mundo le llamaba así, Rafa Alonso. Tenía solo dieciséis años y acababa de sufrir la prematura muerte de su padre, don Ramón Alonso Molina, a los 48 años. La familia había vivido hasta ese momento en Cartagena, Murcia (España) puesto que don Ramón tenía su plaza de Inspector Municipal de Veterinaria en el vecino Pozo Estrecho. Su esposa, viéndose sola con sus cinco hijos, decidió regresar al Madrid del que procedía. Todo el traslado se hizo en apenas quince días. Rafa experimentaba que había sido despojado de todo: padre, amigos, novia, planes a corto y medio plazo… Pero Rafa comprendió. Cuatro años atrás había experimentado claramente la llamada de Dios al sacerdocio, pero sus sueños de estudiar Medicina, de ser un gran cirujano y de formar una gran familia, habían sofocado esa llamada. Y ahora en Madrid, habiéndolo perdido humanamente todo, el Señor lo estaba poniendo todo en su lugar. Por eso, Rafa comenzó a pedirle a la Virgen: «Ayúdame a encontrar un ambiente en el que pueda realizar estas ansias de santidad que has puesto en mí»
Y la Virgen le dio ese ambiente. Apenas dos meses después, una mañana, encontró en el tablón de anuncios del instituto un cartel en el que se leía: «Charlas de actualidad. Temas de juventud: Hombría, personalidad, libertad, castidad». Rafa asistió a las charlas, en la casa de los jesuitas de la calle Maldonado. Al principio se sorprendió de que el que hablara fuera un joven laico. A los pocos minutos, el joven laico le había electrizado por completo. En su interior brotó una frase: «Tengo que ser como él pero sacerdote». Aquel hombre era Abelardo de Armas, primer superior general de la Cruzada de Santa María. Rafa quiso hablar con él y le confió todas sus inquietudes espirituales. Y Abelardo le presentó al P. Morales, que comenzó a ser su director espiritual.
El jesuita le aconsejó llevar siempre consigo una cruz y un rosario bendecidos (consejo que dio a todos los ejercitantes durante la 1ª tanda de ejercicios en Las Navillas (Segovia) a la que Rafa asistió). Y le propuso un pequeño pero importante gesto. Escribir su propio nombre en el palo horizontal de la cruz, y en el vertical: «Me amó y se entregó por mí». Era la forma de que Rafa no olvidara lo que su salvación le había costado a Cristo.
Pero, ¿quién era el P. Morales, y quiénes eran esos Cruzados de Santa María que habían fascinado de tal forma a Rafa Alonso?
El P. Tomás Morales nació el 30 de octubre de 1908 en Macuto (Venezuela), lugar al que se habían trasladado sus padres por motivos de trabajo. Poco después del nacimiento de Tomás —el pequeño de nueve hermanos— sus padres decidieron regresar a su nativa España, instalándose en Madrid. Tomás optó por la carrera de Derecho con la intención de dedicarse después a la política. Era un buen estudiante que se destacó en su compromiso con la defensa del pensamiento cristiano en la universidad. Era un momento de intensa agitación sociopolítica, en una España en la que estaba a punto de proclamarse la 2ª República, que se caracterizó por un fuerte sentimiento anticristiano. En julio de 1932, obtuvo el título de doctor en Derecho en la universidad Alma Mater de Bolonia. Durante los meses que pasó en Italia, comprendió que el Señor le pedía una entrega total, y solicitó el ingreso en la Compañía de Jesús, dejando atrás no solo novia y familia, sino una prometedora carrera, como se deduce fácilmente del currículo que ya se había forjado y de todas sus capacidades humanas e intelectuales.
Terminada su formación como jesuita, fue destinado a Madrid. Ya desde esos primeros momentos, vio la necesidad de dedicarse preferentemente a la juventud profesional, falta de una atención espiritual bien organizada. Con estos jóvenes trabajadores funda el Hogar del Empleado, un movimiento apostólico de gran vitalidad que floreció en múltiples obras sociales y asistenciales: atención a enfermos, residencias de empleados, cooperativas, escuelas de formación profesional, construcción de viviendas para obreros… Pero la labor social del Hogar del Empleado nunca perdía de vista dos fines, grabados a fuego por el P. Morales: la mayor gloria de Dios y la salvación del prójimo, especialmente de los jóvenes, los principales destinatarios de su misión apostólica.
La vocación particular del P. Morales era la de promover una plena y responsable inserción de los laicos en la misión evangelizadora de la Iglesia. Para eso, formaba la inteligencia y el corazón de los jóvenes en los círculos de estudio y en las convivencias en las sierras de Guadarrama y Gredos, les guiaba a través de una sabia dirección espiritual, les lanzaba en mil iniciativas apostólicas… siempre bajo la mirada de la Virgen María. Poco a poco, algunos de sus dirigidos le comunicaron su deseo de entrega total al Señor, pero sin abandonar el mundo. Fueron el germen de lo que, con el tiempo, llegarían a ser los Institutos Seculares «Cruzados de Santa María» y «Cruzadas de Santa María».
El P. Morales prosigue el trabajo con los jóvenes trabajadores, pero lo amplía al mundo de los estudiantes y entusiasma a los jóvenes Cruzados con la idea de ganar cátedras en institutos y universidades para ganar desde ellas jóvenes para Cristo. Rafa Alonso será el segundo catedrático de la Cruzada de Santa María, al ganar su cátedra en Geografía de Historia en el año 1974.
Mientras las instituciones fundadas por el P. Morales se consolidaban, en el alma de Rafa Alonso crece la inquietud por la vocación sacerdotal, recibida a los doce años. En la Cruzada de Santa María no era posible llevar a cabo esa vocación. Por eso el P. Morales, junto con Abelardo de Armas, le aconsejaron entrar en un seminario. De nuevo se hace evidente la silenciosa intervención de la providencia. Rafa Alonso deja la Cruzada por el único motivo por el que podía dejarla: para responder a la llamada del Señor que le llama al sacerdocio. Y ese salir de la institución que tanto amaba, le pone en camino para realizar la misión que le había confiado, la fundación del Hogar de la Madre.
Pero el P. Rafael lleva impreso en el alma el agradecimiento por todo lo que recibió, a lo largo de esos diez años, del P. Morales y de la Cruzada entera. Así lo expresó en la fiesta de San Ignacio de Loyola del año 2015: «Yo no hubiera podido llegar a ser sacerdote si no hubiera sido por mi director espiritual, el P. Tomás Morales, que me ayudó tanto en el camino de santidad. Por eso, quiero desde aquí manifestar mi reconocimiento a la Compañía de Jesús a través de este gran sacerdote que me formó con los criterios, pero sobre todo con los ejercicios espirituales que hice a los diecisiete años y que supuso un cambio radical». Y no olvida que, el día de su ordenación sacerdotal, el 6 de julio de 1980, el P. Morales le hizo llevar una carta a través de dos Cruzados presentes en la ceremonia. En ella le decía, como en una misteriosa profecía: «Hoy te van a ordenar, hoy comienza un camino más intenso de cruz para ti».
El P. Morales continuó trabajando infatigable, consumiéndose sin cesar hasta el final de su vida. Predicaba ejercicios espirituales, dedicaba largas horas a la dirección espiritual, atendía espiritualmente a numerosos conventos de contemplativas, visitaba las comunidades de Cruzados y de Cruzadas… Hasta su muerte, el 1 de octubre de 1994, fiesta de Santa Teresa de Lisieux. La Iglesia lo ha declarado ya Venerable. Y nosotros esperamos que el Señor nos conceda la gracia de poder ser testigos de su beatificación.
https://www.hogardelamadre.org/es/revista-hm/articulos/santos/8650-el-venerable-p-tomas-morales-y-el-hogar